Bajo el nogal del olvido
(Lilit atravesando su oscuridad)
Guayaquil, 2011
*Antes de viajar a España, donde inicié un profundo trabajo de introspección que dio paso a mi primera novela, escribí este poemario lleno de dolor y oscuridad. Antes del inicio del amanecer de mi alma, que empezó a finales de 2012, la noche que viví fue muy negra. Soy parte de esta humanidad que transitó conscientemente su duelo, su ruina, su sentimiento de separación.
Ahora, desde el perdón y la consciencia de unidad, abrazo la oscuridad que tuve que transitar y la vuelvo luminiscencia. Ya no hay nada que sanar, ya no hay nada que perdonar.
* Nací el 11 de noviembre. Según el calendario druida o astrología celta, nací bajo el signo del NOGAL. Los celtas cultivaron una cosmovisión muy enraizada con la naturaleza. Es por eso que sus ideas sobre la metafísica y la predestinación se basaron en los árboles. Están bajo la protección del nogal los nacidos del 21 al 30 de abril y del 24 de octubre al 11 de noviembre. Este árbol está relacionado con la profecía. Su virtud es la pasión y sus frutos (nuez) son considerados acreedores de poderes afrodisíacos.
Eros que paraliza los miembros,
esa serpiente que otra vez me intranquiliza…
dulce, amarga e invencible.
Safo
Si él llama nuevamente por teléfono / le dices que no insista, que he salido…
Alfonsina Storni
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Jorge Luis Borges
I
Soy la realidad, la nada que permuta
Escarcha después de un naufragio
Vacíame cuando ya no queden huellas de mi voz
Mantenme consciente cuando me arranques los ojos de piedra
Quiero sentir las lágrimas en el acantilado
Ver que giro como un trompo enloquecido
Rasparme las rodillas y el corazón
Haz que mi sol desaparezca
Y las comadrejas de los silencios me dejen ciega
Pero responde a mi llamado.
(oración para Dios)
II
Tu extravío empezó el día en que te llevé a ver las gaviotas
fue entonces cuando quisiste volar junto a mí
Escudriñé tu rostro, tu cuerpo, incluso miré debajo de tus párpados
Te mostré cómo debían moverse las alas,
cómo era flotar sobre los torbellinos
Te solté desde lo alto.
Volabas invencible, alrededor del sol refulgente
De pronto, diste un grito de vida que sonó hueco, desolador
y te despeñaste por un abismo sin fondo
Mis ojos te buscaban en el horizonte oscuro
Descendí hasta lo más profundo de tu averno
y estando abajo, muy abajo, te encontré
en la luz negra de la pupila de los vagabundos
Estabas enojado, irascible
resollabas como un lobo herido
como el mar te aventabas sobre los rompeolas
Maldijiste el presagio de las gaviotas
Te volviste contra mí, me llevaste al borde del barranco
Cortaste con tus dedos finos mis manos aladas
las despedazaste sin necesidad de cuchillos
y me lanzaste al vacío.
III
Escuché unas voces sordas en la playa
Pretendía caminar a solas, como si no te buscara
las patas de mi angustia me llevaban directo hacia el arrecife
a tientas, las largas horas de la madrugada me envolvían
como en un frenesí que no sabía comprender
A lo lejos, una pareja reía y tomaba vino
dando grandes alaridos de alegría
Caminé hacia el borde costero creyendo reconocer tu rumor
te vi recostado en las piernas de un fragmento nebuloso de mujer
la besabas en los labios y acariciabas sus largos cabellos
Mis entrañas saltaron de golpe, dieron un grito ahogado
Los cerros de alrededor parecieron cernirse sobre mí
La consciencia de ese encuentro mortuorio me sepultó
llenó mis venas de fiebres y fúnebres cantos
Tu máscara secreta cayó delante de mis ojos
El amanecer aún era lejano.
IV
El espejo que nos refleja ha sido quebrado en múltiples partes
Todas me cortan la garganta,
perforan mi piel dejando como huellas
delgados y blancos agujeros
Desde cualquier pedacito de vidrio puede ver cómo te vas
Huyes de mi boca, dejas la cacería a medio talle
Lo que vaticinaban mis caracoles era tu partida,
ahora ellos escalan las paredes de mi cuerpo
Ríen en la oscuridad, en el silencio de lo que fue nuestra alcoba
El ritual concluyó esta mañana
cuando dijiste que tu lengua ya no era mi lengua,
que tus manos ya no eran mis manos,
que tus pies ya no eran mis pies
Que eran la lengua, las manos y los pies de alguna otra
Tú que vives en el estado eterno de la niñez
y el desamparo,
que llevas en las muelas el gusto por la soledad
te has ido tras una porción de simpleza,
y me has dejado enjaulada en el espejo
con mis ojos, senos, vísceras, palabras sublimes
sin eco en los cielos del desvarío.
V
Prefiero la paz de los ignorantes al acecho cruel de la certeza
la bala que has disparado ha entrado por la mejilla
y se ha alojado en la sien
la llevo desde el 28 de mayo, el día en que deshabité la duda
en que me volví un negro cuervo que se sienta a esperar
la muerte de alguien para empezar el festín
Mientras tanto, tú duermes plácido
alejado de todas las tempestades que han llenado mi corazón
con olores como de entierro.
VI
No lloro tus naufragios
ni el poco alcance que tienen tus ojos para ver el amor
Lloro tus minucias cotidianas
los egoísmos de la nostalgia,
los recuerdos que perdí la noche de tu mentira
Lloro la zanja en la que he venido a caer, y el arrebato
La sequedad de mi antiguo río, que corría suave
por los vertederos de tus cosas sucias
Lloro los sueños y los campos que ya no serán
Las páginas en blanco, los ventanales cerrados
La mudez, el extravío, tu embriaguez mientras me alejo.
VII
Estuve sedienta muchas veces junto a tus canales
la poca agua que de ellos sacaba me dejaba los labios partidos
por el azufre y la sal
Gritaba mis deseos en tus oídos que llevaban prisa
de morir
No había respuesta para mis reclamos
Tu carne permanecía inmóvil como letra de obituario
Yo dormía arropada por tus dudas, tus miedos,
mirándote lánguidamente desaparecer al paso del tiempo
como un anciano que teje su mortaja.
VIII
Nadie usa la palabra “olvido” como tú
Eres experto en echar tierra sobre las personas
que dijiste amar un día siniestro
Tan perverso, tan pequeño tu escondrijo
lleno de telarañas y pelambre,
de días tristes y mutilados,
de canciones que evocan una alegría zaina
Hasta este lugar sombrío me has traído
para sepultar mi memoria entre esqueletos incompletos.
IX
Las aguas han crecido tanto que amenazan con ahogarnos
de sollozo en sollozo, de sombra en sombra
La cal ha sepultado nuestras alegrías
Hemos olvidado lo hermoso del pastizal
Ya no sabemos cómo conducir las bridas del caballo azul
en que nos montamos la tarde del preludio
El lodo llegó para arrasar soles y apetitos
No quiero amamantarte más con mis pechos desabridos
Amor que no me ama
Estamos anegados, la ceniza nos ha enceguecido
Naufragamos en pleno amanecer.
X
Pensabas que estaba loca
porque probaba el aire con la yema de los dedos
y me deleitaba en oler tu sudor de árbol cansado
Creías que deliraba
porque descansaba bajo tu sombra
Buscaba en tus ojos el deseo constante de poseerme
y en invierno me cobijaba entre tus brazos pequeños
Porque creía en ti,
A pesar de que no eras el emperador de tus cuentos
ni el profeta que dijiste ser
Estaba loca, pero loca de destino.
XI
Será demasiado tarde cuando el Sol nos alumbre
Ya no habrá nada que salvar cuando venga el deshielo.
XII
Dormí durante seiscientas noches junto a un escorpión
de largas tenazas,
por cabeza tenía una nube de presuntuosas ideas
y por corazón una piedra encadenada al hastío
Sé que en secreto deseaba mi muerte
como desea la muerte de cualquier mujer que intente cubrirlo
de paz, de frutos, de flores y aguaceros
Yo insistí en el verano, en la luz lunar, en el latido
Él nunca creyó que era posible el callejón con salida
Corrió impetuoso detrás de su ruina
Una vez más, se estrelló de bruces contra el cieno.
XIII
Cometí un error al encerrar tu vileza en mi ropero
Al esconder tus anzuelos, ignorar tus gritos de chacal
Te llevaba el desayuno, preparaba el té y la merienda
Te acostumbré a las lentas mañanas, a las horas tranquilas,
a las sábanas limpias, al abrazo, a la delicia
y me olvidé de la negra planta que crecía escondida en tu interior
Una noche se hizo tan grande que tapó el sol con sus ramas podridas
Saliste con estrépito, árbol de sangre
Corriste detrás de una maldad simple, ridícula
La planta devoraba tu piel, devoraba tu rostro
Tú vociferabas como un canalla hambriento
Dejaste tu alma regada por el suelo
se quejó emitiendo roncos quejidos
con sus hermosos ojos abiertos y despiadados.
XIV
En tu pelo nadaban pensamientos como peces
yo los capturaba y los guardaba en un cajón secreto
donde dormían prisioneros madrugadas eternas
La noche en que te convertiste en araña, los liberé
quise que te devolvieran la calma, el sentido
pero eras una paloma enardecida, dos horas negras
Nadie supo nunca cuál era el camino a tu cabeza.
XV
La hora te ha llegado, hombre de murallas
Eres un condenado a ser hoja bajo el nogal del olvido
el gusano en el pico de una enorme ave
Te creías un inmortal diocesillo,
un temporal que arrasa con cuerpos y mentes
Mimabas tu dura apariencia como si fuera a salvarte
de las jaulas que tus propias manos fabricaban
Nada puede redimirte, pequeño mortal encorvado
Has caído en la madreselva de la soledad.
XVI
Nadaste en el líquido amniótico
sin percibir las crueles intenciones que tenía tu madre
Bebiste de su leche sin saber quién era tu enemiga
Naciste en un remolino, una noche de oscura tormenta
iluminado por un candil, vio la luz tu primer grito
Después, las mujeres,
transformadas en múltiples asesinas
te provocaron sueños húmedos
Lamiste los líquidos de las dueñas de tu amargura
Te derramaste en los pechos de tus tiranas
El agua con la que saciaste tu sed
era de aquellas que quisieron tu ruina
Tus piernas tiemblan ahora delante de mi silencio
XVII
Te penetro en las tardes sordas
Mis cortinas vuelven rojo el aire, sangran
sobre nuestros miembros desperdigados
Muerdo más de cerca tu nombre
Bebo de tus párpados nocturnos, tus pequeñas poluciones
Los remotos pensamientos, el azar
Te diseco y te cuelgo entre mis mudas concavidades
Devoro lo más sucio de tu intimidad
Te camino en los días de muerte
No te salvo
XVIII
Las premoniciones se han apartado de mi mente
No sé cuánto durará esta confusión
Aparezco inconclusa delante de tus estruendos
Sonrío por miedo a morir en un ataque de llanto
Agonizo delante de tus piedras filosofales,
de las poderosas embestidas que le das al mar
Tu leche sigue derramada en mi garganta
Desconozco si el tiempo la hará desaparecer
Eres un animal de patas rotas
El error de un dios en andrajos
Pero aún quiero montarme en tu voz y cabalgarte
como un advenediza de pelo enredado
Saltar dentro de tus instintos para adueñarme
de lo que a nadie muestras: tu alma descosida
XIX
Atravieso las olas consiente de que el mar
conspira y desea tragarme
Cabalgo libre, fiera, salvaje y eterna
Soy una gaviota de alas largas
Llevo a mis muertos en el lomo
No los invoco
Ya habrá tiempo
Siempre habrá tiempo para el dolor
XX
Todos los duendes se han ido con sus cantos de selva
Las memorias de otros quedaron sepultadas
En mi cabeza solo hay una estampa de nubes
Me detengo en medio de la ruta para seguir el escalofrío
y tu música negra me atraviesa como una hojilla cortante
Tus colmillos rasgan mis antiguas visiones
Me hacen olvidar los sonidos que amé
Llevo los pies carcomidos
Las manos llagadas por acariciar a tanto falso dios
Te adueñas de mi voluntad y atas mis ojos a tu deseo
Me llevas a la habitación de tu aliento
donde la voz de Morrison dormita.
En tus manos soy una diminuta ración de vida.
XXI
Otra noche, otro día pasó
Volé sobre el mismo templo de carne, y el sigilo
Asistí al ritual de la poderosa hambre
y repetí la sensación de morir y resucitar
XXII
Pueblas mi consciencia de remotos augurios
que resbalan por mis rodillas
Me sujeto de tus trenzas como a un soplo envenenado
Te mueves a tus anchas en mi interior convulso
Me vuelves una criatura apacible,
una sirva lista para el sacrificio
Sonríes y me atas a tus dientes
preparas tu mejor pócima y la derramas en mi estómago
Me estremeces
XXIII
Mi places es un útero en el que existes sin prisas
Una multitud de insectos te da la bienvenida
La tierra se abre en dos y se traga, por un momento, toda la maldad
Llevas puesta una canción que moja mi memoria
Como humanos alados flotamos en ríos de saliva azul
Ignoro cuál será la forma en que me darás muerte
XXIV
Te hallé en la puerta de mi risa,
en la casa de mi delirio, en la ventana de mi gemido
Camino sobre las líneas de tus manos
Me pierdo en sus múltiples abismos y me encuentras
Abierta en dos mitades como un pequeño durazno
Tus miedos me han atado al piso
Son irascibles duendes que me sepultan
Lo intento, pero no puedo mirarte a los ojos sin salivar por amor
XXV
Tu boca se abre y me traga por partes
mi lengua, mis muslos, mi dureza,
mis pezones delirantes, mis montes y concavidades
Los ventrículos izquierdo y derecho
de un corazón que late furioso
como un dios al que le han quitado la fe
XXVI
Una burbuja se eleva tierna y zumbante
hacia un cielo que nunca alcanzará
El dolor flota en la distancia
transforma en pesadilla este sueño circular
Los pasos que caminé, las huellas que estoy por dejar,
el cúmulo de nubes,
la tierra impregnada de tu piel,
la savia que tu perfume exhala
son los demonios que bailan en mi habitación
en círculos perennes que todo lo simulan
y hacen del cielo una pomposa deformidad
XXVII
Un día me cuelgo de tus pensamientos
y al siguiente desaparezco como una mujer luciérnaga
Parezco esgrimir una oración a la vez que te declaro la guerra
Me esparzo sobre tu frente
Te percibo en el recuerdo de las sábanas,
del balcón, de la cópula y la saliva cortante
Nuestros testigos silentes, los días y las sílabas
se han ido con tu último grito
Mi densa lágrima te acompañará
como un rocío nocturno, lacerante
XVIII
Caminas como un león enjaulado por esta ciudad,
como un feto ahogándose en un frasco de alcohol
Aunque lleves serpientes en las venas, jamás dirás nada
Te ha sido negada la palabra, el flujo de la sangre verdadera
Todo en tu boca es una mentira
La ciudad que te aniquila y te desmenuza
Se parece tanto a ti
A tus cabellos que cuelgan largos como pesadillas
A tu pecho, lleno de vellos y dolorosos agujeros
A tu voz gruesa, a tus desiertos, a tus fantasmas
A tus silencios, a tus eternas ganas de llorar
XXIX
El raro milagro del deseo aparece sin que lo llames,
te visita y te sumerge en aguas conocidas
en las que nadas sin mí
Unes las huellas que dejé como un rosario profano
Cierras los ojos al mundo y te concentras
en tu aliento encendido
Pasas tus dedos sobre mi universo
y me sometes
como los días a los hombres
como los hombres a los cielos
como los cielos al mar
XXX
Llevas en las muelas el sabor
que te vuelve un hambriento ocelote nostálgico
Tal vez, ya no existo en ninguna de tus dudas
XXXI
Fui una loba sin piel en tus fauces,
mariposa de cuerpo grueso, alas estrechas y vuelo ligero
Ahora soy la de antes del cataclismo
llena de marcas sangrantes en el cuerpo
Soy la que completa el orgasmo con la palabra
que sale de la mina que perforabas con rabia y crueldad
Me fui porque extrañaba ver el mar
XXXII
Sigues rogando, imagino
que los pasos que doy me lleven a tu tabernáculo
que vuelva a cazar nubes delante de tus ojos
que regrese a poblar tus entrañas
Pero me he ido
XXXIII
Veo en el espejo de tu desnudez mi rostro desfigurado
Me alejo como el aire, y tu voz se hace diminuta
El camino de regreso es imposible
XXXIV
Recuerdo un día en que éramos de sal
y permanecíamos recostados uno al lado del otro
en una mina caliente, alejados de la lluvia
Nada podía desbaratar la cueva de nuestra paz
Los halcones volaban lejos sobre mares desconocidos
Éramos ignorantes de los precipicios
Cantábamos canciones de perros
Imaginamos que el mundo no cambiaría
y que nosotros, en él, jugaríamos sin despertar
debajo de una manta de risas
De pronto, el mundo se hizo enorme, y llovió
dentro de nuestra cueva
El agua colmó nuestra antigua casa
Corrimos intentando buscar un nuevo sentido
En la huida olvidamos la atadura de nuestras almas
XXXV
En el vacío despierto
con agujas clavadas en las encías
Lo locura impide el descanso
yo tiro y tiro de tu nombre
hasta que aparece dormido sobre mi vientre
Las voces de esas lejanas sensaciones me abrazan
y me consuelan
como en una marea de tiempos y cosas
que no terminan de llorar
XXXVI
Tu piel es oscura como la de un mal agüero
Sé que me vigilas desde el lugar de las arañas, nuestro pasado
el muelle traicionero de tus palabras
No eres más que una polilla
que merodea tu rostro, que es mi profecía
XXXVII
Vivo en un lugar abstracto, donde los unicornios paren realidades
Y los peces viajan en mi humedad violenta,
en mi manía de querer ser única,
incorpórea, irreal, inasible,
dueña de mis propias visiones, y del abismo
Te pueblo, te habito, te domino, aún a lo lejos
como la luna a los ojos de los náufragos
XXXVIII
Ahora que el mar se ha retirado
He logrado ver mis pies y la tierra que los sostiene
Nunca me había parado en todos mis dedos
ni me había quedado inmóvil sobre mi sombra
ella permanece en tus entrañas
mientras tú corres como un atontado ciervo, buscando
arañando los suelos duros con las patas,
persiguiendo mi voz
la única que sabe tu nombre
XXXIX
Todos tus segundos se parecen al Sol,
inmutable y aislado, solitario e impávido
La misma cara, olor de cartón, iguales nostalgias
Pasaste todas las edades cercado de lenguas líquidas
que te hacían ver amores, supersticiones, falsos encuentros
Podrías ser el cosmos hecho carne y huesos,
el esqueleto del Universo
pero no eres más que una palabra hueca,
la mudez de los desiertos
Un animal asustado y hendido
en el costado donde un día tuvo puesta el alma
XL
Veo pasar los mil días de mi vida
Incólume y hecha trizas por un par de ojos vulgares
y extraordinarios
Los ojos de un mago que ha matado la certeza
XLI
Mi voz se estanca en el suelo
como un racimo de uvas putrefactas
estoy fría y vacía,
esperando el calor de otra noche entre pelos fugaces
Sonrío y sobrevuelo tu cabeza
Desnuda soy más que la ficción
XLII
Adiviné tus intenciones, pero nunca te detuve
quise colisionar contigo en un descampado
Yo soy de marfil, y tú de un leño muy fuerte
Entre el caos y las piedras que me lanzaste
Entre la mentira y la mudez con que te herí
nada quedó, salva hilachas de lo que fuimos
un pedazo de hielo derritiendo a una roca
XLIII
El cansancio se esparce por ósmosis
a lo largo de esta habitación a media luz
Tu enojo es una gota congelada en medio de mis piernas
Siento que la batalla no terminará hasta que uno de los muera
XLIV
Toda la noche pasé en los brazos del extraño
Pero no consigo liberarme de tu aliento
Pregunto dónde estás
Te llamo dos veces, a gritos, en la madrugada
El único que responde es mi gato en la puerta de mis nervios
Te espero acostada sobre una nube de insectos
todos llevan tu nombre tatuado en las patas
XLV
Te gustaba embriagarte, rodear el pozo de la locura
decir cosas sin sentido, espejismos que inventabas
comulgas con los peores malandrines, apestar a escombro
Te gustaba el Cristo de los roedores, el santo de los descosidos
Abrir las piernas de mujeres truhanas
El engaño, la cópula fácil en los baños azulrojizos
Te gustaba mi cabeza contra la almohada
Apuntarme con tu dedo curvo y pisarme con tus patas de alacrán
XLVI
Iré tras los pasos del caminante
que lleva mi luz atada a sus pies
Rogaré por una insignia, por un sentido
Me arrodillaré
Y él me dirá que me levante, que vuelva a la cama
de donde salí descubierta y vacía
que regrese a mi angustia y mi dolor
Él visitará mi habitación
y coronará de semen mis labios
su barbilla rozará tanto mi pecho
que lo dejará rojo, herido
Yo lloraré en la sombra, en el ángulo de su voz
lo llamaré por las mañanas ¡Elí Elí!
Y él no se volteará
Se irá con sus harapos
a habitar otro cuerpo, a arrancar otros ojos
riendo, siempre riendo
XLVII
Eres un irreconocible cuervo que se estrella contra mi ventana
Haces ecos de pájaro moribundo
La puerta sangra, la ventana suda, pero no abriré
XLVIII
La muerte es una circunstancia que ocurre al amanecer
cuando nos hayamos deshabitados
Supe que morí hoy dos veces
me mataron y me maté
Él se había llevado mi cuerpo lejos
Lo escondió para que nadie se enterara
de su crimen
Allá, en lo alto de una mentira,
fui a rescatarlo
Estaba frío y amoratado
Había sido envenenado
Lo traje a mi lecho para limpiarlo
Le pedí perdón por haberlo dejado solo,
a la interperie, expuesto a los buitres
muerto, aún se quejaba con un sonido atroz
Lloraba por los ojos, por los oídos, por la piel
No soportaba verlo así tan doliente, tan roto
Por eso, decidí volver a matarlo
Esta vez con mis manos
Le tapé la boca y le quité el aliento
para no volver a escuchar más su llanto
XLIX
Traes a mi ángel en brazos y lo depositas a mis pies
para que lo contemple desnudo
No puede moverse
El aliento de la angustia le late entre las piernas
Su latido es débil, pero llega allá donde la voz se disipa
Apago la luz y lo escondo entre las cobijas
No quiero una cruz
mi ángel no morirá esta noche
L
Amanezco en tu cabeza, en tus agrandadas ojeras
Duermes enredado en una manta tejida por palabras que detestas
apestan a moscas ebrias
Te revuelven las tripas con una cuchara oxidada
La herrumbre está en todas tus cosas
Mi lengua, en la mitad de tu ombligo
No puedes escapar de la ubicuidad del desastre
Y el desastre eres tú
Tú en mi espalda, en los pegajosos estribillos, en el silencio,
en las ventanas, en los cerrojos, en el hedor de tus muertos,
en el whisky, en el abismo lunar del misterio
28 de mayo de 2011
Los días sombríos se han extendido sobre el mundo
Aún falta más oscuridad
una que jamás nadie ha visto
Una mariposa azul revolotea adolorida
hace un leve ruido de vida
Aparece destruida por fuera, sus alas son como un cataclismo
Ya no creo en los hombres
Todos han fallado
Intento liberarme de la condena que es el azar
hallar la ruta antigua, mas es borroso el horizonte
Me tienta la muerte como a un jinete en la batalla
He nacido mujer
Esta noche soy calamidad y espina.