LAS PROFECÍAS DE PENIEL
I
Hubo transcurrido más de trescientos años
después de mi última vida
cuando los cuatro vientos que se presentan
ante el Hombre soplaron en mi rostro
diciendo:
“Profetiza acerca de la suerte
que los antiguos dioses de piedra / trasgos
y el ángel que se sienta
sobre los abismos / Abadón
correrán
escribe como te fue mandado
por el dueño de los siete ojos
que recorren los planetas flotantes y los reinos
hundidos y aún no crismados.
Navega hasta la ciudad de la Verdad
y en el mes noveno / Quisleu/
maldecirás a todos los usurpadores y demonios
que revolotean en el polvo
y en la mente de los ejércitos humanos.
II
Las colas de los escorpiones serán cortadas
por tu mano morirán los súbditos de Apolión
El poder de la Omega te cubrirá
la luz que brilla desde las Pléyades
estará sobre ti como un escudo
Se te dará una espada con dos filos
para que cortes la cabeza de Asera
y tejas con sus cabellos una trenza
que le dará la vuelta a los ochenta
mundos antiguos
y latigueará a los babilónicos que ríen
en sus habitaciones y guaridas
en las que atesoran maldades y vino
hecho de fornicaciones y plagas.
III
La voz de los arpistas te dará la señal
la luz de la gran lámpara será re-encendida
para mostrarte el camino
No temas porque yo te puse nombre: Peniel
te mandé para que abrieras los ojos de los ciegos
para que anuncies las cosas postreras
la muerte de los gigantes
y de los reptiles rastreadores de inocencia
He quitado de tu cuerpo tus viles vestiduras
te atavié con estaño y lino fino
puse una mitra limpia sobre tu cabeza
y te coloqué en la puerta de mis atrios.
Aúllen cipreses del Líbano
porque me han enviado para tomar
posesiones de cetros y coronas.
IV
El tercer viento me llevó al monte Kailash
allí encontré los rollos sagrados
escritos con signos hindúes
alcé mis ojos y vi a los tres dioses
que no crean vida pero sí la maldicen
Vi altares remotos
hechos por hombres con marcas de sangre
en sus frentes y manos
hechas por los holocaustos a las piedras
con rostros re-encarnados
¡Salgan todos! habitantes del templo
de los muertos
El ejército y las aves del cielo
vienen a derribar efigies
y a echar fuera pestilencias.
V
Sobre este mármol historiado posa tus ojos
La escena exige suspiros de hetairas en celo
Estoy frente al hombre de la corriente subterránea
reposando en actitud taciturna
desconoce su propia inexistencia
solo se deja acariciar por las manos lúdicas
de las prostitutas sagradas
regalo de los dioses lascivos
del más viejo continente
Todos aman a este ser de fábula terrorífica
es el dios Mitra, luz, calor y fecundidad
hecho de agua, cieno y muertes
de vírgenes y niños
El mistral mediterráneo sopla ferozmente
mueve mis cabellos desafiantes
ante el ciclópeo ídolo
El Seol y el Abadón nunca se sacian
Yo te conjuro espíritu del dios irreverente
a descender hasta el fondo de todos
los pozos del Hades.
VI
Con el quinto color del espectro solar
mis ojos avanzan
En medio de una taifa
doy empujones por no ser tocada
Alguien embalsama el cuerpo de un difunto
Esta ciudad está llena de efigies y avenidas
como una gran caracola que emite
sonidos ancestrales
me trae recuerdos de mis fabulaciones inconscientes
Se llama Luxor
las cámaras funerarias me dan la bienvenida
aquí, las tumbas son más importantes que las vidas
de los famélicos adoradores
Mi éxtasis dura más de lo que puedo soportar
el aire pesado como fuego comprimido
en una jaula de hierro
va saliendo poco a poco
queriendo asfixiar mis palabras
Mi piel se reseca tanto como la tierra
mis pechos le ceden espacio al calor
del horno y los carbones encendidos
¿Contra quién peleo?
Los dioses duermen en sus muertes eternas
los espíritus gimen por la presencia de su hacedor
es una guerra dispar
en la que yo soy una gacetillera de delirios
Bajo mi cabeza
ante tanta vastedad.
VIII
Y toda isla huyó, y los montes
no fueron hallados.
Sangre como de muchos muertos
contaminó el mar
Los niños corriendo salieron de las aguas
El cáliz de la gran ciudad fue derramado
sobre los hijos de este tiempo
Todo el contenido fue echado en los suelos fríos
inservible vino contaminado con muerte
los últimos sápiens se bebieron todo
incluso las lágrimas de sus padres
Los demonios con caras angélicas se quitaron
los velos, las máscaras y las túnicas
ante los ojos de los moradores de la Tierra
y los todavía seres humanos
no se arrepintieron de sus crímenes
sino que maldijeron la existencia de su creador.
VIII
Las sandalias que mis pies arrastran
mueren a ratos de cansancio
siempre odié los caminos polvosos
que conducen a los pantanos
y a las habitaciones de los demontres
a los bultos arcádicos y babilónicos
con sonrisas de placer humano
y de piedra labrada
Mi temor de viajero es no volver
El dios Brahma grita desde sus antiguas cuevas
donde el sol nunca quiso ser visto
No lo visito desde hace tres mil
años-oscuridad
en cada uno escribí un poema védico
una sátira llena de risas de Eva
en honor a su muerte
sin resurrección.
IX
El mamotreto de mis viajes
está lleno de vidas de cuentistas
Recuerdo haber perdido mi alma
en el monte Ararat
Para recuperarla, caminé hacia la fría cima
escuchando los silbidos del erial
Me seguían de cerca los pies del Dios invisible
iban aplastando las nubes
con sus pasos enormes y descalzos
Un nativo taheño divulgó mis profecías
en los reinos Taipes
Tuve que huir hacia los océanos malayas
hacia el interior de la arena húmeda
El azor volaba persiguiendo mi muerte
conviví con caracoles y cangrejos rojos y zarcos
Las grandes solemnidades a los sombríos bultos
me hacen querer morir entre los
desacomodados cielos.
X
Es la hora sexta en mi reloj de arena
hora de proclamar el grito de guerra
hora de salir al campo y avisar del aluvión que se acerca
Y el cielo se desvaneció como un pergamino
que se enrolla
Corrí con todas mis fuerzas
intentaba dejar atrás
los ríos secos y los enormes escorpiones
que surgieron de todas las grietas del mundo
Llegué a la ciudad estigma para escuchar sus maldiciones
Todo estaba destruido, cayéndose los vidrios
aplastándose contra la realidad las ilusiones
Me hacía llorar el ruido de tantos
gritos y tantas muertes
El reinado de los perversos estaba cayendo
la gente que en ellos creyó también sucumbía
cedieron su poder a cambio de promesas
misas, hostias y catecismos
Bebieron su vino envenenado
Los que llevan la cruz en el pecho
son áspides vestidas con túnicas
manchadas de sangre de niños.
Son los antiguos sacerdotes de Tamuz,
adoradores de los dioses-pez
Fueron sentenciados al exterminio
Llegué a la torre desde donde daría la voz
el viento del Creador
Todo era confuso y las tinieblas huían
emitiendo alaridos espantosos
como en el día de la caída del lucero bello
como en el día de Madián
El anciano se sentó y dio la voz al adalid
Ambos ejércitos se enfrentaron
No murió ninguno de los espíritus
solo los hombres que aún vivían cerca del mar.
XI
Llegué al adoratorio pagano llamado Tofet
cerca de la ciudad de los atardeceres áuricos
Me recibió un sacerdote persa zoroastro
Elimas Barbelial
yo iba en busca de las piedras
y los collares de colores que olvidé
en el templo de los nicolaítas
el invierno pasado
Elimas vio la marca de su enemigo
en mi frente
me llevó al desierto y me dejó
entre la arena y el fuego
que del cielo descendía
entre las serpientes y halcones que conversaban
sobre el año de mi nacimiento
Elimas corrió
pero una lanza atravesó sus predicciones
el arquero fue el querubín que hace veinte años
no veía.
XII
Las estampas, los amuletos crisólitos
y las piedras de agüero
que los dioses y demonios cuelgan
en los cuellos de los que maman
del mal de la vacuidad
han sido rotos y pisados en todas las calles
de la Ciudad de David
Los ángeles que vigilan las serpientes
masticaron los incontables huesos
de los últimos muertos
y solo dejaron escombros y sándalos
que con el sol del milenio
mis manos harán germinar.
XIII
Duerme río Alfeo
amante silencioso de las doncellas de la Arcadia
Me retiro de tus aguas condenadas
a ser bebidas
por el espíritu de la barba blanca y agorera
de maleficios
No te regalo mi desnudez ni mi pálida
tez asustada
eres cómplice de mis miedos y estremecimientos
La oscuridad de tus profundidades
desviste mis palabras
He venido para maldecir el sepulcro de tus días
y las adoraciones de los hombres/cruces.
XIV
Rumores de lenguas distintas
lágrimas que descienden del río
mujeres que se desmayan al leer epitafios.
Llevo un brazalete azul en mi mano derecha
como novia adornada atravieso los atrios
con una antorcha que me alumbra los silencios
Beula es mi nombre
Soy la virgen detrás de los muros
no le doy tregua al ladrón del santuario
espero a mi amado perfumada con áloes
y canela
la gargantilla de mi cuello ansía ser arrancada
por las manos del que desnuda los cielos
de zodiacos y cataclismos
Pasad por las puertas
Allanad la calzada, quitad las piedras
Alzad pendón en los pueblos.
XV
¿Por qué es rojo tu vestido y tus ropas
como del que ha pisado el lagar?
(Isaías 63:2)
Nadie lo ve desembarcar
Nadie lo espera
Es una mañana de rocas azafrán
el mar da bostezos y latigazos de sal
entre lágrimas de lluvia el extranjero irrumpe
en la tierra de los que gimen
Sus pisadas son premoniciones
lleva llagas en su costado
encrucijadas de amor son sus ojos
hermoso entre tantos truenos tachonados
de plata
¡Forastero!
Heme aquí en el planeta de mis ficciones
¡Rescátame!
Lo sigo mientras él da órdenes a los demonios
de callar y descender a los abismos
Con el espíritu de sus labios hiere a los hechiceros
y quema a los terafines
con la vara de su boca a los hijos de Belial
Me lleva a la entrada del atrio
a la casa del banquete
Su bandera sobre mí es amor
Los ídolos y dioses no cobraron vida
ante ningún ojo
las ruinas de las cavernas
el tártaro y sus murciélagos
han sido esparcidos por el extranjero
El oro de Ofir empezó a brillar en la Ciudad de la Cúpula
y el lago de azufre fue lleno de las víboras
que pueblan los confines.
XVI
El pueblo que andaba en tinieblas
vio gran luz
Confieso que conozco al extranjero
tiene la voz de mi amado
él va delante derribando templos y sortilegios
sé que quiere cercana mi presencia
él es el dueño de los horizontes y todas
las visiones
Dejamos las tierras de agonía y las interminables pestes
los arenales con aguas de sangre
Ya no necesitaré más mis sandalias ni brazaletes
mis sándalos han vuelto a nacer
El tumulto de la batalla terminó
Él cortó la cabeza y la cola
la rama y la caña en un mismo día
los despojos de los dioses fueron quemados
todo manto revolcado con muerte
fue echado al fuego
Él trajo mi alma desde aquel monte lejano
Tras la puerta y el umbral puse mis recuerdos
me descubrí y ensanché mi tálamo
hice con él un pacto
dentro de los muros de sus atrios
fui la virgen Beula,
la desposada con el profeta.
Escribí este poemario cuando tenía alrededor de 21 años. Está basado en las visiones poético-apocalípticas que por entonces ya tenía. Estas visiones venían de manera espontánea en sueños o en vigilia, y se corresponden con mi comprensión cósmico-teológica de aquel entonces, alrededor de los años 1999-2000, justamente en el cambio de siglo. Se trata de un poemario donde la voz poética confronta a los dioses y demonios, que parecieran ser lo mismo. Es interesante saber que en aquella época no existía el Internet, o al menos yo no tenía acceso a él, así que algunas referencias son bíblicas. La Biblia era el libro que más me apasionaba a esa edad.
El nombre Peniel significa «el rostro de Dios». Era un seudónimo que utilizaba en esa época, y se refiere al lugar donde Jacob (patriarca de Israel) luchó con el ángel de Dios (Gn 32:24-32). La ubicación exacta no es conocida, aunque estaba al este del río Jordán.
Recuperé este poemario escrito a máquina, porque por entonces yo no tenía computadora, lo transcribí y ahora por primera vez lo hago público.